martes, 25 de junio de 2013

Memoria de un Inmigrante

Llevamos un día y medio en este camioneta, empieza a tornarse el aire completamente pesado dentro de esta cabina, veo al rededor, paisanos persiguiendo el mismo sueño que yo, el Sueño Americano, según mi compadre Pedro, este coyote es de los buenos, que dizque lo paso a él y a sus dos morritos a este lado de los gringos. Mi vieja, La María como le decimos de cariño a mi mujer, allá en Guerrero, se quedo retipreocupada. ¿cómo me dijo? "te cuidas mucho, donde andes, viejo", mi madre, ay mi jefesita, no quise ni verla, su voz se notaba extraña, como si quisiera chillar, ¡no!, me agarre valor, no se de donde, solo dije, nos vemos mi vieja, fue todo, no pude decir nada más, solo la vi de reojo, restregando sus manitas con su delantal, mi viejita, hasta pareciera que la veo ahorita, pensando en mi, sus ojos cansados estarán dejando salir gotas de ellos, mi padre, mi viejo, tirado en el catre, que ya no puede ni pararse por esa maldita enfermedad, según el doctorsito, ya la infermedad esta muy adelantada, que ya no se puede hacer nada, que sus pulmones ya están dando el ultimo tirón como decimos en mi pueblo, ya esta dando pa´ lo que sirvió, ¿que si tengo hijos?, si, tengo uno apenas, lo deje retichiquito, se va a llamar como yo, así fue la condición que le dije a mi mujer antes de venirme para acá, es por eso que me vengo pa´ este lado, para que no sea un muerto de hambre, ¿qué, quieres que tu hijo no sepa ni leer ni escribir como tú?, ¿que se la pase en el campo, arando con los bueyes?, vente pa´ca compadre, aquí esta el billete, me dijo mi compadre Pedro, "¿pues de donde crees que mi Maruca agarra para sus vestidos allá en el pueblo?", que tonto mi compadre, si supiera que su mujer anda con cualquiera, él como burro matandoce, mientras ella le da vuelo a la hilacha.

-¿Qué fue eso?- me pregunta la muchachita de unos 16  años que va junto a mi

-No se niña, a lo mejor ya llegamos- dije, cuando escuche que la puerta del conductor se cerraba.

Veo a mi alrededor, cuatro niños, cinco mujeres, y 12 hombres contándome  a mí, paramos oídos, como si quisiéramos traspasar la lamina de la cabina con nuestros ojos, mi corazón se acelera, empiezo a sentir como mi corazón se agita cada vez mas deprisa, oímos el seguro de la puerta, la abren de par en par, el coyote nos mira, con su bigote estilo revolucionario y su texano en la cabeza.

-¡Todos bájense!-grita, detrás de él hay otro tipo, no lo he visto nunca
-Ya llegamos- pregunta la niña junto a mi, ansiosa, ya no soporta el encierro 
-Ya merito llegan, eso solo rutina, para que estiren las patas un rato- dice

Todos nos bajamos de esa camioneta Ford, todo alrededor desértico, un aire frió cala mi cuerpo, como si me avisara de algo, me advirtiera.

Un hombre que iba enfrente de mi en la cabina, alza las manos para estirarse, un disparo lo arroja al piso, nos quedamos tiesos del espanto, el Coyote sostenía su arma, uno de los 12 se va contra él, un segundo disparo mata al atacante, mis ojos se detienen, todo lo veo lento, calmado, como si el tiempo no pasara, como si quisiera que lo recordara todo, después muchos disparos más resuenan al rededor, todos caen, excepto las mujeres, hasta que el Coyote advierte mi presencia, era como si en ese preciso momento me hubiera hecho invisible, me ve una mirada dura, mi corazón se agita, quisiera correr, si es posible volar, pero no puedo, mis pies no me responden, un disparo cae justo en mi pecho, tiro el morral que mi vieja me dio antes de salir, caigo hacia atrás, mi cabeza choca contra el desértico suelo, siento correr algo caliente de mi cuerpo, que quema, trato de tocar con mi mano, es sangre, mis ojos ven como esos dos abusan de la niña que iba aún lado de mi, mis ojos cierran poco a poco sus parpados, me ahogo en tinieblas, compadre, este no era el coyote....... (B.Gtz)

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